
La Baldwin y la 4116, dos de las piezas del Ferroclub Argentino que generaron la disputa.

Otra vez nos llega la lamentable noticia de que un desacuerdo entre la ADIF (Administración Nacional de Infraestructura Ferroviaria) y una asociación sin fines de lucro, en este caso el Ferroclub Argentino, alcanza un nivel de tensión alarmante. No necesitamos presentar al Ferroclub Argentino, una institución que durante casi 40 años ha sumado infinidad de logros en su propósito de rescatar y restaurar material histórico ferroviario con el recurso y el trabajo voluntario de sus socios. Entidades como ella deberían ser consideradas (y de hecho los son en cualquier otro lugar del mundo) las mejores aliadas de las empresas ferroviarias y de los gobiernos, al tomar en sus manos y desinteresadamente una tarea de rescate de la cultura nacional que muchas veces por situaciones de crisis y otras prioridades, estos organismos no pueden atender. No es necesario abundar acerca de que en este país hubo crisis y hay otras prioridades, asi hablemos de ferrocarriles o hablemos en general. Tampoco hay que ser muy extensos para ilustrar cómo se han comportado los distintos gobiernos en materia de preservación ferroviaria: miles de piezas únicas fueron desguazadas y vendidas como chatarra, unidades emblemáticas, como la locomotora de trocha angosta de Livio Dante Porta que debiera ser orgullo criollo frente al mundo, quedó vergonzosamete abandonada a merced del vandalismo en Tucumán; la locomotora presidencial 3.025 que condujo al mismísimo presidente Juan Domingo Perón se deshace en óxido en Cruz del Eje; la 3341 que fue recuperada y puesta a funcionar por el gobierno de la provincia de Buenos Aires, simplemente fue botada y abandonada en la estación Gral Guido, sin mencionar decenas de locomotoras con más de cien años que fueron "donadas" a los municipios y hoy son improvisados baños públicos. ¿Sería justo que ésta fuera la suerte que corriera el material celosa y costosamente reconstruido por un grupo de argentinos durante 40 años de labor y destinado a la posteridad? Todo parece indicar que la ADIF, en vez de sumarse al trabajo entusiasta del Ferroclub y otras instituciones similares, encarando su protección o aún sumando recursos o reconstruyendo nuevas piezas que esperan atención (¡lo de la 3025 lo dijimos en serio!) interpreta que debe servirse de toda esa dedicación bajo el lema "el material es patrimonio de todos los argentinos, no del Ferroclub" y entonces propone quitarle el material (no todo, el mejor presentado y terminado, no van a ponerse a pulir ellos). ¿Qué significa esto? ¿Que lo que es de todos los argentinos, en lugar de permanecer en un lugar donde se lo sana, cuida y preserva debe ser "repartido", como ocurrió con "La Argentina" de Porta (LITERALMENTE REPARTIDA EN PEDAZOS)? Nunca negó el Ferroclub que el material que custodia es patrimonio de todos; precisamente ése es su mayor orgullo.
No creemos que en la ADIF o en el gobierno nacional pueda haber alguien tan insensato como para considerar al Ferroclub Argentino un enemigo de cualquier causa justa, y menos aún si se trata de la defensa y la difusión de nuestro acervo ferroviario. Pero lamentablemente nos llegan noticias muy desagradables que nos invitan a clamar
QUE REINE LA SENSATEZInadaptados puede haber en cualquier lado, pero también hay caras visibles, funcionarios que deben responsabilizarse por sus decisiones, y a ellos apelamos.
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En virtud de precisiones recibidas en medio de muchos comentarios confusos acerca del desarrollo del problema, podemos confiar que con posterioridad a la publicación precedente la cuestión se ha encauzado por vías más razonables y que seguramente
REINARÁ LA SENSATEZ.
Al menos eso esperamos.