UN ACONTECIMIENTO SOCIAL

Coronel Suárez, tren a Bahía Blanca, 23/06/2012.

Ya son casi una costumbre o una moda, las reuniones en una estación sorpresiva a horas impredecibles, en torno a las locomotoras descompuestas de los trenes de Ferrobaires. Allí ferroviarios de diversas latitudes componen debates de ingenio y destreza manual, tratando de poner en marcha a las díscolas máquinas, ajustando o aflojando cosas misteriosas dentro de las entrañas informes y pringosas de grasa y hollín, mientras se mantienen muy juntos y desarrollan temas como ¿Podremos llegar hoy? ¡Mi reino por un destornillador! ¿Nos lincharán otra vez los pasajeros? Y los pasajeros, claro, también participan de estas curiosas reuniones, primero como un racimo de cabezas expectantes asomadas por puertas y ventanillas, luego como pacíficas  reses que salen a estirar las piernas y a departir sobre cuan entumecidos o al borde de la hipotermia estuvieron después de una noche de viajar sin calefacción, o a calcular a cuantos kilómetros se hallan de donde ya debían haber llegado.  No faltan tópicos opinados y muy participativos como qué cuernos estará pasando ahí adelante y qué les parece si vamos a acosar con preguntas y quejas a los ferroviarios, que seguro están haciendo esto a propósito, de sádicos que son.  Lo que nunca hay en estas reuniones, son responsables. Ellos siempre están bien lejos.